Ésta es la cantidad que debería devolverme el Estado HOY MISMO. Esto es lo que cuesta el trayecto en taxi desde mi casa hasta Plaza Universidad, el centro de Barcelona. El dinero que he soltado en la carrera en taxi a través de la Gran Vía porque hoy, NUEVAMENTE, los autobuseros han convocado huelga y como en mi barrio todavía no ha llegado ese símbolo de modernidad y progreso que es EL METRO desde los años veinte del siglo pasado, me he visto obligado tras más de media hora de estoica espera a coger un taxi y llegar a tiempo para hacer un examen de la Universidad. Ésta es la tercera vez en lo que llevamos de año -las otras dos veces, la huelga duró toda una semana-. Me pregunto por qué razón debería apoyar una huelga que sólo hace que causar molestias y producir nuevos gastos a los usuarios, ciudadanos de a pie, mientras los empresarios de TMB (o quienes sean que debieran darse por aludidos con esta huelga) siguen moviéndose con su cochazos (con chófer incluido, ¿por qué, no?) impunemente por Barcelona al margen de los desbarajustes que esta situación está provocando. Así que si esta mañana quería llegar a tiempo al examen tenía varias opciones:
- Sufrir una mutación genética causada por algún accidente nuclear o cósmico que me dotara de superpoderes para sobrevolar heroicamente la Ciutat Comtal hasta el viejo edificio académico.
- Levantar el bajo del pantalón hasta la altura de la rodilla y mostrar mis endurecidos gastrocnémios con la esperanza de que alguna conductora o conductor gay sediento de sexo (rápido, es decir, lo que durase el trayecto) se detuvierse y me acercase al centro.
- Acordarme de los hijos de p... que me robaron hace un par de meses la moto y con que la fuerza mental y mi voluntad combinadas corporizase otra moto que me llevara hasta la facultad.
- Coger una de las bicis del programa Bycing o como diantres se llame. ¡No, esta opción no es válida, todavía no han traído bicis a mi barrio, sólo tenemos la barra vacía de Bycing, inútil, muerta de risa, pegada a un muro lleno de graffitis en el culo del mundo.
Sin embargo, la única salida realista ha sido llamar a un taxi y pagar la carrera con todo el dolor de mi alma de estudiante con un poder adquisitivo bien ajustado. Y, de nuevo, me pregunto, ¿por qué debería apogar esta causa? Reconozco que todos los ciudadanos tenemos derecho a huelga, pero no debería ser esta una huelga eficiente, inteligente y bien organizada. ¿Están consiguiendo resultados con ello? Por las reiteradas huelgas, creo que la respuesta está clara: ¡NO! El único perjudicado, repito, es el usuario. El estudiante y el trabajador. ¿Servicios mínimos por tratarse de un barrio sin otro transporte público que no sea el autobús? Bueno, cabe añadir que eran tan mínimos que resultaban inexistentes. Para regresar, he decidido acortar parte del camino hasta casa haciendo un trayecto en metro y coger el autobús en Plaza España. Sin embargo, en la parada habían al menos treinta personas tratando de subir a un autobús en el que no cabía ni un alfiler, ni en su cabeza ni en su cola, pues la gente se agolpaba contra los cristales. Pero, claro, esto solo ocurre en ciertos barrios. En estos momentos, llego a pensar que Francesc Candel, nuestro escritor, aquel que publicó decenas de novelas y ensayos a favor del cambio social, denunciado el estado mísero de ciertos barrios, de ciertos núcleos urbanos periféricos, del lugar de hacinamiento del emigrante y del obrero, vivió para una causa que todavía hoy, en pleno siglo XXI, sigue estando vigentísima. Estoy muy indignado. Mientras Ana Rosa Quintana apela a Rodríguez Zapatero para que tome cartas en el asunto del irrisorio vestido de novia de Belén Esteban, muchos cientos de habitantes barceloneses tenemos que sufrir unas infraestructuras deficientes solo encaminadas al enriquecimiento de un sector de la ciudad, pero que no garantiza cada uno de nuestros derechos. Tenemos que aceptar estas huelgas, pero también a los carteristas que en la Plaza España intentan robarnos al subir al autobús ante la aparente pasividad de las autoridades pertinentes y del autobusero que ni se molesta en alertar (llevo dos semanas observando tentativas de hurtos, todos frustrados, uno de ellos por mí).
Estoy tan indignado que hoy me había dispuesto a no pagar, pero como al final he optado por coger el metro y recorrer la Gran Vía a pie para llegar casa ante la incertidumbre del servicio de autobuses, no he podido llevarlo a cabo. Una manera eficiente de hacer una huelga, sería que los mismos autobuseros instasen a la gente a no pagar durante unos días o incluso varias semanas. La pérdida de dinero de TMB prolongada quizás los haría reaccionar. El usuario se podría sumar a la huelga, ya que el servicio es tan insatisfactorio que encontraría mil motivos que justificasen la movilización (empezando por el encarecimiento anual de los billetes, pronto llegaremos a niveles londinenses). Pero, el autobusero -y siento caer en generalizaciones, pero obvio el empleo del "algunos autobuseros"- es tan egoísta que le trae sin cuidado. Y, aquí, informo del intento por parte de los conductores de autobús de aprovecharse de la huelga de estudiantes universitarios contra el Plan Boloña, coincidente en fecha y espacio, para aparentar una mayor número en su causa. Lamentablemente, ese día tenía una exposición y no pude asistir, pero me relataron los hechos y de ser así, me parece un gesto tan indigno que me provoca náuseas. Acabo aquí esta entrada de estilo panfletario y si has llegado hasta aquí con la lectura y no la has abandonado por el camino, te aliento a que recapacites en ello.