domingo, 27 de septiembre de 2009

No more good days, really?



¡Es una lástima que la delicatessen de la temporada sea, sin embargo, un producto tan perecedero! Consumir preferentemente antes de los seis meses. Fecha de caducidad: 20 de abril de 2010, entorno a las diez de la noche (hora de la costa Pacífico). Fijar con tanta precisión la fecha en la que se revelará lo qué pasó y por qué pasó dificulta la misma continuidad de la serie. Los guionistas van a tener que ideárselas para renovar las expectativas de los espectadores, al modo de los brillantes padres de los losties.


La premisa de la serie es a todas luces original. Su primeros minutos son espectaculares sin lugar a dudas. El desarollo de la trama prometedora. Los personajes, totalmente atractivos (especialmente Penny, ahora Olivia, quien arrastra ese halo enigmático de la isla; el agente Dimitri Noh y su no-sueño premonitorio y Nicole, esa estupenda nanny). Joseph Fiennes, para quien ésta es su primera serie, tiene todavía esa frescura seriófila que le lleva a actuar como si estuviera haciendo una película, confiriéndole a la serie una falsa magnitud ("falsa", porque de todos es sabido que la serie estadounidense supera con creces el grueso de la cinematografía norteamericana en los últimos años). No obstante, allí está Fiennes, un actor que nunca me ha apasionado, poniendo toda la carne en el asador en este primer capítulo. Si sigue en esta linea, conseguirá cuotas interpretativas que le pueden llevar como poco a una nominación a los Emmy. Al contrario de Zachary Knighton, el guapo de Bryce, quien a pesar de tener un personaje con suficientes motivaciones para convertirse en un personaje con enjundia, deja al espectador en este primer capítulo indiferente: en definitiva, nos da igual si hubiese acabado apretando el gatillo antes de la desconexión general. Solo la indefinición de su sueño premonitorio, que no llegar a describir, resulta algo alentadora. No descarto que se acabe conviertiendo en uno de los personajes más interesantes, a pesar del poco aplomo inicial.


Quedan muchísimos frentes abiertos, tales como si hay más personas en el mundo que no perdieron el conocimiento durante esos 2 minutos y 17 segundos y cuál es el papel que juegan en este macropuzzle. Pero además... ¿Puede que no todos los sueños se complementen y que incluso algunos se contradigan aparentemente? ¿Qué es lo que desencadenará la visión de cada uno de los sueños premonitorios? ¿Realmente está viva la hija de Stan Wedeck? Y si esto es así, ¿que función tiene en todo esto su falsa muerte? Por el momento, hay algo que ya podemos asegurar: la verdad será revelada en seis meses y que, mientrastanto, no habrán más días buenos para nuestros protagonistas. Y es que si hay un verdad irrefutable en el mundo empírico es que los niños como Charlie no mienten... ni los borrachos, como nuestro protagonista, tampoco.



lunes, 7 de septiembre de 2009

Harper's Island: One by one


Vender esta serie como una suerte de obra deudora de Ten little niggers resulta tan atrevido como acribillarle despiadadamente por ser demasiado predecible. La respuesta exacta a estas dos posturas que han tomado la mayoría de críticos en la red es la misma: se trata de una slasher, y como tal, se mueve de acuerdo con los códigos de una slasher, punto y pelota. Es decir, ni tiene la personalidad suficiente para codearse con la obra de la prolífica novelista ni tiene tantas pretensiones como para que se convierta en blanco de escarnio televisivo por cumplir aquel viejo refrán de quiero, pero no puedo. Si acaso sus únicas pretensiones son las de estrenar un género en un soporte televisivo, la miniserie, que hasta el momento había vivido al margen de carnicerías sangrientas.

Ya rezaba la cortinilla de CursivaHarper's Island aquello de: One by one. El único interés narrativo pues es conocer el orden de los asesinatos y el momento y el lugar donde éstos se producirán, así como tratar de adivinar si Mengana será cercenada en dos pedazos o si Fulano morirá de un disparo de rifle. Los motivos del asesino, e incluso me atrevería a afirmCursivaar que, la misma identidad del asesino quedan rezagados a un segundísimo plano. Esto no justifica, por eso, el poco elaborado final. Sin embargo, aunque algunos flecos sueltos salten a la vista, no acaban de resultar molestos: los guionistas han tratado de ser tan prudentes para no revelar antes de tiempo quién es el verdadero asesino hasta los tres últimos capítulos que cuesta rastrear detalles a lo largo de la serie que apunten hacia él como sospechoso y que dejen entrever la inestabilidad mental que justifique todas esas muertes. Pero como propugnaba al principio del post: ¿a quién le importa que el asesino finja a la perfección estar cuerdo si el reguero de sangre que deja tras de sí es espectacular?

Para acabar (es un arduo trabajo el escribir sobre una serie en la que se cometen asesinatos sin desvelar la identidad del asesino y los asesinados) siendo justos, parece necesario reconocerle un par de aciertos más: combinar las muertes llevadas a cabo por el asesino con aquellas que se producen accidentalmente; no mostrar en todo su recrudecimiento la mayoría de las muertes; apostar por la miniserie, cuya duración permite que personajes como el de Chloe, que en otros formatos se convertirían irremisiblemente en tópicos com el de la rubia tonta y sexy, se erijan en personajes amables y hasta entrañables; introducir una niña, Madelaine, que, en lugar de entorpecer la narración, enriquezca la serie y intensifique el ambiente inquietante y sombrío de la isla; alejarse de ciertos maniqueísmos farragosos y presentarnos a personajes que basculan entre el bien y el mal en algún momento dado; escoger a una prota que recuerde vagamente a Neve Campbell, última reina del género junto a Courtney Cox-Arquete, así como a Christopher Gorham (el ex de la fea America Ferrera) ; la inserción de los últimos minutos que nos trasladan de nuevo a los instantes previos al comienzo de la pesadilla cuando la esperanza y las botellas de champán corrían a raudales todavía a borde del yate. ¡Viva los novios!
.