martes, 25 de noviembre de 2008

A True Blood Transfusion Saves the Genre


True Blood debe ser el producto encargado de quitar ese mal gusto de boca que ha dejado a muchos vampirófilos Moonlight. Es el hermano aventajado que sabe sacar partido de los errores, pues la sangre corre aquí inteligentemente a gusto de un público afín al género y aquel que no es tan afín también. La serie oscila entre el estilo pulp de cierta calidad y una trasnochada serie B que, sin embargo, parece funcionar bien a tenor de la moderada recaudación de productos de igual factura como Death Proof o la más exitosa Underworld . Y quizá para marcarse un farol, su director Alan Ball, ficha a la oscarizada Ana Paquin, que abandona su yo pícaro y ultramodernas mechas blancas para meterse en la piel de la enigmática y candorosa Sookie (nombre, por cierto, patrimonio exclusivo del mundo gilmoriano). Sin embargo, no creo equivocarme si juzgo del todo innecesario ese farol. La fama que precede a su director y el subgénero sabrá atraer por si solos a un público fiel y crítico (de todos es sabido, que los vampirófilos, como los hobittófilos o mutantófilos son personas exigentes a quienes no les dan gato por liebre). Esto no quiere decir que Ana Paquin no vaya a convertirse (si no se ha convertido ya) en su personaje MÁS representativo e imprescindible. En la serie, está sacando el arsenal interpretativo que debió sacar en X-Men y que mal aconsejada seguramente no supo aprovechar. Constituye un goce el recorrido de matices por la psique de la camarera telépata: sus momentos iluministas, sus exageradas ruborizaciones, sus gestos de lela, sus sensuales escarceos con los no-muertos/no-vivos. El personaje brilla (aunque también tiene momentos ignominiosos) en medio de ese ambiente sórdido, pero al mismo tiempo entrañable, con su mesa de billar, sus sillones de tapicería desgastada y una cocina repleta de cocineros con pluma y pluriempleo como peón de obra y camareras grimosas y malhumoradas. Y como no podía faltar en una de vámpiros, el sexo se convierte en su mejor baza. De nuevo, Eros y Thanatos se dan cita, esta vez en "Merlotte's". Esperemos que la serie funcione y los vampiros no tengan que volver a sus tumbas durante 200 años más..
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jueves, 20 de noviembre de 2008

Craig, David Craig

Aquellos que mañana esperéis oír la frase ("Bond, James Bond"), no estáis de suerte. La nueva película sobre el espía británico se centrará en la venganza de su protagonista tras dejar a la bella Vesper sumergiéndose para siempre en las frías aguas del canal veneciano, ignorando todos los códigos (casi todos) que ha ido acumulando la saga, especialmente en sus inicios. No habrá en esta nueva entrega ni mítica frase, ni Mony Penny, ni tan siquiera Q y sus gadgets. Sí tenemos la promesa de que se mantendrá el listón alto. Esto supone contar con un guión elaborado y trufado de diálogos ágiles, ácidos y pródigo en frases lapidarias; un protagonista con sus luces y sus sombras; unas escenas de acción trepidantes, vibrantes, pero con un mínimo de credibilidad que no te oblige a espetar "are you fuckin' kidding me, dude?"; unos títulos de créditos con todos los elementos de la serie (música pop, erotismo, figuras y colores psicodélicos, el motivo balístico); una fotografía cuidadísima que resalte cada uno de los escenarios y, por último (que no menos importante), unos secundarios que den la talla: una chica Bond, la número 86, tan interesante como la propia Vesper (vale, esto es casi imposible); malos malísimos con algún rasgo característico (si en Casino Royale eran sus lágrimas de sangre, aquí parece ser un diente de oro -mi abuelo tenía varios-); o a una M en la misma forma física que la dejamos hace tres años atrás (esa dama de la interpretación, Mrs. Dench, garantía de bon faire interpretativo, as usual).
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Esta semana ha sido una sufrida cuenta atrás. Son pocos los que a día de hoy no se han rendido ya al encanto de Mr. Craig. Los puristas del género seguirán empecinados en sus cantinel as habituales: "¿¡Un J.B. rubio y no moreno!?, ¿¡Un J.B. bajito, que no supera el metro setenta!?, ¿¡Un J.B. enamorado, en lugar del típico dandy!?, ¿¡Un J.B. desaliñado tras una pelea y al que le golean en las pelotas!? ¿¡Un J.B. sin un reloj que es bomba, aguja hipodérmica y balsa hinchable si se tercia!?" Pues sí. James Bond-Mr-Craig no es nada de eso y es TODO lo demás. Y ahí radica su enorme éxito. La sorpresa de los escépticos y puristas ya no es más que una nota a pie de página en los anecdotarios de Bond. Por mi parte, prometo igualar el número de veces en el cine con su precedesora (la marca está en 4). No es que todo lo anterior (gadgets; mujeres bellas, pero personajes planos de generosas curvas; trajes impolutos y vestidos de haute couture) esté mal. Pero si la película pretende sostenerse solo con esto, entonces todo cojea alarmantemente y se crea un ambiente rancio por lo recargado y por lo automático de su misma vocación de saga, pero vacío conceptualmente. Mr. Craig representa una ruptura con todo esto. Por ello, ¡gracias!
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martes, 4 de noviembre de 2008

Noni & Friends

Uno de mis placeres culpables es perder el tiempo hojeando las fotos que circulan por internet de mis actrices favoritas. En el caso de Winona Ryder, este placer está más que justificado por su inusitada belleza. ¿A quién se le recriminaría pasar más horas de la cuenta en el Uffizi contemplando la Venus de Botticelli? ¿No está justificada en sí misma la admiración por la belleza femenina? La cuestión es que actualizando mi retina de material fotográfico de Noni he topado con algunas instantaneas curiosas. Por ejemplo, a Noni junto a mi idolatrado Rufus Wainwright:


O Winona con Ginnifer Goodwin:

Esta otra no me sorprende, porque Noni y Christina son buenas amigas desde Mermaids:


Por otra parte, se rumorea que Noni ha iniciado una relación con Keanu Reeves, con quien ha coprotagonizado ya tres películas:

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Y FINALMENTE , la foto del día, perteneciente a otra de mis actrices favoritas, Kate Winslet, explosiva para Vanity Fair:

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psd: URIDU OBAMA!