De este, pues, formidable de la tierra
bostezo, el melancólico vacío
a Polifemo, horror de aquella sierra,
bárbara choza es, albergue umbrío
y redil espacioso donde encierra
cuanto las cumbres ásperas cabrío
de los montes esconde: copia bella
que un silbo junta y un peñasco sella. (GÓNGORA)
Tras diez días apartado del blog debido a una insolación -la segunda de mi vida, pero también la peor-, escribo uno de aquellos posts que apreciarán sobre todo lectores como Alasse. En primer lugar, cuelgo uno de los números del musical Legally Blonde, recientemente estrenado en Broadway. Lógicamente, la ausencia de Reese Whiterspoon hace mella en una película cuya mejor baza era su actriz principal. Sin embargo, hay que reconocerle que la producción es espectactular. La banda sonora se olvida rápido, así que si tenéis previsto pasar las Navidades en Nueva York no os molestéis en sacar entradas para Legally Blonde:
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El siguiente musical se estrenará la próxima temporada: Shrek. Este musical va a repetir el éxito de la película y la razón es Sutton Foster (elogiada en este blog hasta rayar lo obsesivo) en la piel de Fiona junto a Brian D'Arcy James (Shrek), quien tarda dos horas y cuarto en transformarse en el ogro verde; el compositor, cantante y arreglista Chester Gregory (Donkey); el nominado a un Tony por Spamalot, Christopher Sieber (Lord Farquaad) y John Tartaglia (Pinochio), quien ya triunfó hace un par de años con los muppets de Avenue Q. Parece ser que la versión teatral no ha sacrificado el personaje de la Dragona, que será interpretada por Kecia Lewis-Evans, ni por supuesto a Jengi (aparece en el clip de vídeo):
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La otra popular productora de animación, Disney, estrenó en su última temporada otro clásico: The Little Mermaid. A la oscarizada banda sonora de Alan Menken se le suma la curiosidad que despierta la escenografía de la obra. Más de media película transcurría en el fondo del mar o en su superfície y éste es un escollo que Disney ha resuelto convenientemente. Como ya hicieron con The Lion King, se han servido de un vestuario de fantasía para crear a los animales. Además, acumula otro acierto más en la elección de la actriz principal, Sierra Boggess (sus hermanas se llaman curiosamente, Summer y Allegra).
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Y, finalmente, tenemos Xanadu. Curiosamente, en uno de los primeros posts (creo que era el segundo) de este blog hablaba de este musical interpretado originalmente por Olivia Newton-John y Gene Kelly. Os cuelgo vídeo del team de Xanadu en el habitual espectáculo de Macy's. El famoso final comienza en el segundo 2:39.
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Gracias, Elsa, por comprarme los pins de los musicales.
No es una ligera variación del título del libro de J. D. Salinger, sino el nombre de las dos chicas importadas de Inglaterra (una de ellas, a su vez importada de EEUU) que han sonado en mi portátil durante las noches estivales.
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Zoeey Deschanel y M. Ward han formado el dúo She & Him. Ella es una actriz y cantante estadounidense (hermana de Emily Deschanel, Bones) que, además, toca el piano y el ukulele y que ha compuesto la mayoría de los temas de este Volume One. Él es un compositor y guitarrista con una importante experencia acústica enraizada en el country-folk americano que se ha encargado principalmente de la producción musical de su primer álbum. La colaboración entre ambos se inicia en el 2006, durante el rodaje The Go-Getter, una película indie protagonizada por Deschanel, cuando su director, Martin Hynes, les presenta y les sugiere que graben un dúo juntos para los créditos finales. Existe tal afinidad en los intereses musicales de ambos que Deschanel vence su timidez y, a petición de M. Ward, accede a enviarle algunas canciones que ha escrito y ha grabado de forma casera. M. Ward empieza a trabajar con las canciones en su estudio en Portland (Oregon) y Deschanel tiene que viajar hasta allí desde su casa en Los Angeles para hablar sobre el proyecto, hacer algunos retoques y finalmente para grabar el disco en una sesión que dura tres días. El trabajo da como resultado un gratificante álbum de indie-rock donde hay cabida para el rollo sixtie a lo Pipettes y al alt-country con revisiones como "I Should Have Known Better" de los Beatles.
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Sandi Thom es una bonita compositora y cantante escocesa que estudió en LIPA (donde también lo hizo Manu Guix...). Dentro de los parámetros del pop-folk (siempre tan imprecisos al hablar de música), Thom ha grabado Smile, It Confuses People y Pink & the Lily. Mi tema preferido es "I Wish I Was a Punk Rocker (With Flowers In My Hair)" donde Thom hace alarde de una voz gruesa y vibrante.
Mamma mia! llega a las pantallas avalada por ser uno de los musicales más vistos de los últimos diez años en los teatros de medio mundo (Corea, Australia, España, EEUU...) por más de 90 millones de espectadores de 150 ciudades. Con una recaudación multimillonaria asegurada era cuestión de tiempo que alguna productora decidiera rentabilizar su salto al cine. Aprovechando que corren vientos favorables para el cine musical como han venido demostrando los estrenos de Moulin Rouge (2001), Chicago (2002), El otro lado de la cama (2003), El fantasma de la ópera (2004), Los productores (2005), Dreamgirls (2006), Sweeney Todd (2007), Hairspray (2007), Across the Universe (2007) y Nine (todavía en preproducción), llega un musical refrescante sin mayor pretensión que la de tenerte una hora y media pegado a la butaca... excepto por los pies que irremediablemente saldrán disparados en cuanto suenen las primeras notas de Honey, Honey.
Rodada en los estudios Pinewood de Londres y en algunas localizaciones griegas como las islas Skopelos y Skiathlos, parajes ídilicos que facilitan al encargado de fotografía su trabajo -habría que ser un fotógrafo muy malo para no captar la belleza de esos escenarios naturales-, la película cuenta con un grupo de veinticinco actores (el personal del hotel) que funcionan a modo de coro griego en la comedia y que se encargan de soportar la melodía principal, aportar el toque humorístico (Mamma Mia), participar en la narración (Money, money, money) o bien ser los intermediarios entre los protagonistas (S.O.S.).
Para esta ocasión la nobel Phyllida Lloyd llamó a filas a tres grandes actores no entrenados en el musical: Colin Firth, un habitual de las comedias inglesas y de las películas de miriñaques; Pierce Brosnan, desproveído ya del traje de James Bond que tan ancho le quedaba; y finalmente de Stellan Skarsgard, el guiño sueco a ABBA, quien ha vendido el barco pirata para comprarse un velero con el que recorrer el Mediterráneo (aguas mucho menos peligrosas, desde luego). Firth lleva a cabo una interpretación solvente (como siempre) y Skarsgard está a la altura del inglés derramando simpatía (inolvidable el momento de los tatuajes) y sacando provecho de tener como pareja en la ficción a una dama de la interpretación como Julie Walters. Sus voces, aunque no sobresalen (ninguna voz destaca), responden expectativas, mientras que Pierce Brosnan aburre con su intepretación llana, su poca agilidad mental para hacer comedias y la exigua extensión de su voz.
Sin embargo, las auténticas protagonistas del espectáculo son las chicas. El trío formado por Meryl Streep, Julie Walters y Christine Baranski señorea durante toda la cinta y hace crecer con sus voces los temas del grupo sueco (si cabe el acrecentar unas canciones tan grandes). Mery Streep está más bella que nunca a sus 59 años, probablemente gracias al sol griego que rompe ese marmórea epidermis tan admirada y a una cabellera larga, rizada y desordenada de antigua hippie. Su voz, conocida por algunos en A Prairie Home Companion (¿te acuerdas, Elsie, que casi nos quedamos solos en el cine?), es rompedora y se sienta sólidamente sobre las notas. Bjorn y Benny (integrantes de ABBA) se quedaron complacidos con las versiones interpretadas por la señora Streep. Meryl Streep impregna de frescura la película, acometido en el cual también tienen mucho que ver Walters y Baranski. La primera, en una interpretación debidamente pasada de rosca, convierte su personaje en el más divertido de todos. Baranski no se queda atrás y ante tal despliegue interpretativo de sus dos compañeras, baila, canta y tontea maravillosamente. Al fantástico trío quincuagenario, lo secunda el otro trío de féminas: Amanda Seyfried (la chica capaz de pronosticar lluvias con sus pechos en Mean Girls) junto a las bonitas, pero desconocidas Rachel McDowall y Ashley Lilley, son el otro motor de la historia. Seyfried nos deslumbra con una voz dulce y aterciopelada, sobre todo en las baladas. Su partenaire es el genial Dominic Cooper (uno de los chicos de la fabulosa History Boys) que, aunque ensombrecido entre tanta mujer, se mete al público en el bolsillo con su carisma y con su fisonomía tan griega.
El argumento es muy sencillo. Tanto que hasta puede que despierte algunos recelos. Sin embargo, la trama goza de un buen tempo y alterna los diálogos y las canciones con lisongera facilidad. Pocas canciones que aparecían en el musical han sido eliminadas. Alguna ha sido reubicada con bastante acierto, como Our Last Summer, que se convierte la escena en un melancólico óleo marítimo. Otras escenas están rodadas con una ternura que hace vibrar hasta el espectador menos afín al cine musical, como Slipping Through My Fingers o Chiquitita. Los números fuertes no son siempre los que contienen baile. De hecho, aquí el baile toma la apariencia de improvisada coreografía. No hay grandes acrobacias, ni tampoco números de virtuosos del ballet. Algunos números recuerdan a viejos videoclips de décadas pasadas. Su coreógrafo sacrifica sofisticidad en favor de la vitalidad. Un claro ejemplo de esto son Does Your Mother Knows (podría venderse independientemente como el videoclip de una canción de verano), Gimme, Gimme, Gimme o Super Trouper a cargo de Donna y las Dynamos.
La película supera a la obra de teatro (me sorprendo diciendo esto..., pero al menos así ha ocurrido con la producción barcelonesa que ví el pasado diciembre). La cosa es bien sencilla. La película cuenta con unos escenarios increíbles, mientras que el reducido espacio del teatro y la simple escenografía diseñada para el espectáculo iba en detrimiento del mismo. Por otro lado, el plantel de actores de la versión fílmica condena al olvido a una actriz como Nina, aunque haya contribuido con su actuación en el triunfo del musical en España... Mamma Mia! es de aquellas películas que se deja ver repetidas veces y que no sacia. ¿Será la fuente de Afrodita (guiño para aquellos que la hayan visto y que, como yo, tengan previsto repetir)?
¿Qué se puede decir de una chica de veinticinco años que ha muerto?
¿Que era bonita, inteligente?
¿Que le gustaban Mozart y Bach; los Beatles; y yo?
Así empieza la película de amor por excelencia de los años setenta. Oliver, frente a la pista de hielo, rememorará su efímera, pero intensa historia de amor con Jenny y pondrá en marcha los resortes del pasado. Él está a punto de ingresar en Derecho en Harvard y ella estudia música en Radcliffe College. Pero ésta no es la única barrera existente entre ellos. Además, Oliver pertenece a una acaudalada y conservadora familia y Jenny solo tiene a su padre, quien vive Rhode Island donde regenta una humilde pastelería. Oliver y Jenny se conocen en la biblioteca de Radcliffe, donde ella trabaja. Rápidamente, el muro que Jenny levanta entre ellos dos cae y la lucha dialéctica (que nunca desaparecerá del todo) dará paso a un amor al que los dos se entregarán con todo el ímpetu de su juventud. Cuando las Navidades se acaban, Jenny informa a Oliver que le ha concedido una beca para estudiar en París. Oliver no quiere dar por terminada la relación con ella, pero ella insiste en que sus vidas deben tomar rumbos distintos:
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Harvard ha sido como el árbol de Navidad, lleno de luces y encantadores juguetes, pero ahora que las fiestas han terminado, hay que despertar y volver cada uno a su mundo.
Sin embargo el amor triunfa una vez más y tras una visita a los padres de Oliver, los jóvenes deciden comprometerse, aunque no vayan a contar con la aprobación de los padres de él ni tampoco con su apoyo económico. Entonces, inician una vida en común, en una modesto, pero acogedor piso, mientras ella trabaja como profesora de música y él acaba la carrera de Derecho. Cuando Oliver se gradua, consigue un trabajo en un importante buffet de abogados y la feliz pareja se traslada a un bonito apartamento en Nueva York. No conciben una felicidad mayor que la que sienten en esos momentos, sin embargo una terrible enfermedad queebrará todas sus perspectivas de futuro.
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Love Story es una cinta con un marcado carácter de telefilm. Sin embargo, a pesar del riesgo de que sobrevenga una sobredosis de almibarado sentimentalismo a los veinte minutos, la película está muy bien rodada, el guión resulta entrañable y las interpretaciones rezuman autenticidad. Por ello, la película obtuvo siete nominaciones de la Academia: Mejor Actor Principal para Ryan O'Neal, Mejor Actriz Principal para Ali MacGraw, Mejor Actor Secundario para John Marley, Mejor Director para Arthur Hiller, Mejor Fotografía para Howard G. Minsky y Mejor Guión Adaptado para Erich Segal. Francis Lai fue galardonado por su genial partitura. Su tema principal ha pasado a los anales de la música del cine y no hay recopilatorio de bandas sonoras que no lo compile.
Hay muchas escenas memorables en esta película: como la de la pista de patinaje en Central Park; la aparición por primera vez de los protagonistas, ella con unas gafas redondísimas y enormes; la visita de Oliver a su padre para pedirle un cheque de $5.000; la disputa por la invitación al sexagésimo aniversario del señor Barrett o la escena final donde Oliver se encuentra con su padre a la salida del hospital. Otro momento muy emotivo está protagonizado por Ali MacGraw:
Ese aire de culpabilidad de tu cara me hace daño. Basta de sentirte culpable, estúpido estudiantillo mío. No es culpa de nadie y menos tuya. Es lo único que te pido. (...) ¡Al cuerno París! ¡Sí, al cuerno París, la música y todo aquello que crees haberme robado! Nada de ello me importa. (...)
La fotografía consigue dotar de poesía aquellas secuencias donde vemos a los dos jóvenes disfrutando de su vida a medida que se transcurren las diferentes estaciones. Parece que nos recuerden que el tiempo pasa y que hay que disfrutar de la vida. La película podría titularse tempus fugit o carpe diem, pero se pasó a llamar sencillamente Historia de amor. No podría tener un título más significativo.
Definitivamente, debo ser la oveja negra del blogcindario. En una maratón de tres días dí por terminada la primera temporada de Heroes y..., al contrario de lo que me esperaba, no me rasgué las vestiduras como sí hizo más de uno que ahora anda descamisado a la espera de que llegue septiembre para renovar el armario. De acuerdo. Sí. Quizá la escena final no estaba a la altura de un X-3 The Last Stand-sí, también hubo quien arremetió contra esta película...-, pero el enfrentamiento entre Sylar y la bomba humana y Hiro tuvo tintes apocalípticos en la etapa de los X-Men con Legión, el hijo de profesor Xavier, viajando al pasado para asesinar al mayor enemigo de su padre: Magneto. Podemos abrir mi tablero de Quién es quién, pero ese final tenía ecos que recogían lo mejor de algunas series sobre súperheroes. .
La serie ha conseguido que finalmente simpatice con un mutante con la habilidad de regenerarse, ya que Lobezno siempre me ha parecido un cascarrabias, un inadaptado sin garra (y no me refiero a las de adamántium) y un tío feo (Hugh Jackman, esta última valoración no te atañe a ti, sino al dibujo). Claire Bennett es un cruce entre mi idolatrada Pícara y Lobezno. Sus automutilaciones y los accidentes para descostillarse que pueblan el primer volumen son de lo mejorcito. Pero supongo que eso ya lo sabréis. Otros personajes jugosos son, sin lugar a dudas, Hiro (y Ando, porque sin él, el personaje principal no Anda, sino que cojearía), Peter Petrelli (el privilegio le viene dado en parte por ser exnovio de Rory Gilmore), quien tiene los mismos poderes que Pícara, pero más raro aún si cabe, porque no necesita tocar a los demás mutantes para adquirir sus habilidades; y finalmente Nikki. Y aquí sí que voy a denunciar que lo que han hecho con este personaje es de juzgado de guardia. ¿A alguién le quedó claro al acabar la primera temporada cual es su súperpoder? Es que no tengo claro sí es Juggernaut o Múltiple. Los guionistas nos presentan a un personaje con un pasado excitante: la misteriosa muerte de su hermana Jessica, cuya identidad no parece muerta del todo; un padre que da miedo cuando sufre uno de sus brotes -me pregunto si la mala leche en esta serie también en un súperpoder... porque de ser así podríamos contar media docena de heroes más-; un marido que se ha fugado de la cárcel; un trabajo que se ve obligada a llevar a la desesperada y otros trabajitos aún más turbios con su otro yo... Con todo esto para dejarnos sin exhalación capítulo tras capítulo, los guionistas consiguen que la trama del personaje vaya perdiendo fuelle y que vaya dando tumbos sin cerrar nada bien.
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Un mérito que hay reconocerle a la serie es el de crear personajes (supuestamente) buenos que caen mal... De estos hay para parar un tren... Casi les salía más a cuenta fichar a Bancock... Porque el mayor de los Petrelli es un tío que cae MUY mal: engaña a su mujer minusválida, abandona a Claire cuando es un bebé y se tira a Nikki y luego no le echa una mano, a pesar de que ésta le haya salvado la vida en Las Vegas. ¡Qué son of the bitch! Y todo esto sin mencionar como manipula a Peter en beneficio de su carrera política. Y luego pretende ganarse nuestro favor cogiendo a su hermano malherido y volando lejos del genial Sylar. Por su parte, el marido de Nikki y su hijo tienen el don de pasar inadvertidos. No es que caigan mal, simplemente se pasean por la serie hablando más de sus poderes que utilizándolos -sobre todo el último-. Sin embargo, otros buenos que chirrían insoportablemente es el polícia dotado de telepatía. ¡Qué perezón de personaje! Para empezar al actor no me lo creía en la serie Alias y sigo sin créermelo como súperheroe. Además, en ambas serie lo dibujan como un bonachón y un entregado agente y yo solo puedo hacer que imaginármelo comiendo donuts y si acaso con el súperpoder de memorizar todos los puestecitos de comida en diez kilómetros a la redonda (¡qué conste que no tengo nada contra los gordos, me encanta el tío Phil de El príncipe de Bel Air y Penélope García de Criminal Minds). Ahora aquí aprovecho para hablar de un personaje totalmente imprescindible y ahora me diréis: ¿y como arrancaría la trama sin él...? El pintor del futuro no hay por donde cogerlo. ¿No podría haber muerto ya en el primer capítulo a manos de Sylar y dejar desperdigados por el mundo los diferentes cuadros ya pintados y vendidos? Los heroes podrían haberse encargado de recuperarlos para juntarlos y leer el futuro... De verdad, no entiendo como se pudieron cargar a la adorable novia de Hiro, cuyo poder era una memoria y una inteligencia fuera de lo normal y no al pintor. Por cierto, la novia de Hiro es también la novia de Henry en Ugly Betty y me parece igualita a Lindsay Lohan. ¡Exijo una plataforma para recuperar el personaje de Charlie ya!
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En cuanto a los malos malísmos, pese a la baja de "el hombre de las gafas de carey" que ha fichado por los buenos, tenemos a dos grandes: la señora Petrelli (esta actriz tiene cara de urdir maldades hasta dormida) y el genial Sylar (¡gracias por dar visibilidad en el cine a aquellos que tenemos la cejas muy tupidas!). Lamento que muriese el inquietante Malcom McDowell. De continuar en la serie, nos depararían un sinfín de buenos momentos.