viernes, 6 de julio de 2007

"I do"



"Sí, quiero"

"¿Por qué se tiene que llorar en las bodas?" me ha preguntado intrigada una compañera de la ofina esta mañana. Pero, yo reformularía la pregunta hasta el siguiente resultado: "¿Por qué se tiene que hacer llorar en las bodas". Y es que es en ese "hacer" que radica el meollo de la cuestión. Cada una de las costumbres, actos, palabras de ese día parecen estar destinados a accionar los resortes de lo afectivo-emocional hasta reforzar la indústria papelera por la titánica producción de clínex para bodas.

Psd: ¡No podía faltar la fantástica Hepburn!

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