"Cuando calienta el sol aquí, en la playaaa..."
Soy un perfecto niño yanqui con ínfulas de modernidad british.
El sábado amaneció cubierto por un abrigo ceniciento de aletargadas nubes. Fueron los gritos de los pamploneses -los autóctonos y "los de paso"- los que me separaron de unas sábanas que permanecían intactas de la noche anterior -eso de que te despierten los tibios y acariciadores rayos de sol es algo que solo sucede en las películas de Meg Ryan- y con una cabeza de la que pendía aún el cartelito: "Fuera de servicio". Mi padre me comenta entre risas que las pamplonesas quieren ser corredoras de los San Fermines y que en lugar de toros, el Ayuntamiento va a encerrarles vacas y terneras en los corrales... Mi mirada es casi abúlica porque mi comprensión en ese momento es nula. Una hora más tarde, me encuentro con mi camiseta XXL de Che Guevara -que un pariente trajo de su periplo cubano-, mis piratas anchos y las bambas en descomposición. Mi padre y yo tardamos alrededor de dos horas en adecentar el automóvil tras una lucha sin tregua con el limpiacoches. Me siento como un niño de Miami limpiando su Mercedes clase S descapotable, versión obrera-cañí, por supuesto.
De este modo, prosigue el niño de Miami con su desenfadado día de playa. Echo un vistazo a mi alrededor y me doy cuenta de que lejanos están esos bañistas a esos otros de "Atasco en la nacional" -cosa que presumo porque no he visto más que un reportaje-. Todos ellos dorados y con sus cuerpos atléticos no tienen la necesidad de lanzarse a la toalla en modalidad "manta" para esconder los michelines. ¡No los tienen! Podría parecer un capítulo de "Baywatch" sino fuera por la cantitad de mujeres haciendo topless.
Esa noche me voy a dormir tarde. Mi cena ha consistido en un perrito caliente, comprado en una paradita muy grasienta, en la que los bañistas de Sitges jamás debieron poner sus también atléticos pies -aunque quién sabe, las liposucciones están al orden del día entre los españoles y españolas de hoy-. Casi me duermo oyendo al émulo de Boney M, pero me mantengo en pie hasta llegar a casa a las tres de la madrugada, momento de la reposición de "Night Court" y las pastitas de hojaldre. ¡Ahora lo recuerdo! Antes de dar con la serie, veo la última media hora de la rare "Nowhere" de Scott Caan. Totalmente desconcertado por el final -eclosión del humano y nacimiento del alienígena tras declaración gay del protagonista- y aún más al ver los títulos de crédito y toparme con nombres como Mena Suvari, Beverly D'angelo, Ryan Phillippe, Shanen Doherty, Denise Richards, Heather Graham o Chiara Mastroianni -la verdad es que ni Woody Allen reúne a este reparto ni aunque se lo proponga...haha-.
Al día siguiente, mi cuerpo se despierta de forma natural pidiendo más dosis de sol -síntomas claros del bronceamiento enfermizo californiano-. Sin embargo, hoy toca día de piscina, donde los cuerpos esculturales aparezcan en dosis pequeñas, no dañinas para la retina y apropiadas para una conciencia post-hotdog. La lectura de "El banquete" parece lo más propio cuando sólo quedan cuatro semanas para pisar suelo ateniense. La comida hace cantar a los ruiseñores y silencia mi estómago: pollo asado relleno de ciruelas -esta noche le pediré a Dios que la cocinera viva por lo menos cientocincuenta años más-. La tarde transcurre sosegada con una puesta al día de mis series de verano -¡bendito Ares!-.
psd: Ya he visto la quinta entrega de "Harry Potter". Imprescindible para incondicionales de la saga. Rápidas, pero bellísimas secuencias con las Casas del Parlamento, la City o el Támesis y sus puentes como escenario -de hecho,éste impera sobre vuelo de la Orden-.
Soy un perfecto niño yanqui con ínfulas de modernidad british.
El sábado amaneció cubierto por un abrigo ceniciento de aletargadas nubes. Fueron los gritos de los pamploneses -los autóctonos y "los de paso"- los que me separaron de unas sábanas que permanecían intactas de la noche anterior -eso de que te despierten los tibios y acariciadores rayos de sol es algo que solo sucede en las películas de Meg Ryan- y con una cabeza de la que pendía aún el cartelito: "Fuera de servicio". Mi padre me comenta entre risas que las pamplonesas quieren ser corredoras de los San Fermines y que en lugar de toros, el Ayuntamiento va a encerrarles vacas y terneras en los corrales... Mi mirada es casi abúlica porque mi comprensión en ese momento es nula. Una hora más tarde, me encuentro con mi camiseta XXL de Che Guevara -que un pariente trajo de su periplo cubano-, mis piratas anchos y las bambas en descomposición. Mi padre y yo tardamos alrededor de dos horas en adecentar el automóvil tras una lucha sin tregua con el limpiacoches. Me siento como un niño de Miami limpiando su Mercedes clase S descapotable, versión obrera-cañí, por supuesto.
De este modo, prosigue el niño de Miami con su desenfadado día de playa. Echo un vistazo a mi alrededor y me doy cuenta de que lejanos están esos bañistas a esos otros de "Atasco en la nacional" -cosa que presumo porque no he visto más que un reportaje-. Todos ellos dorados y con sus cuerpos atléticos no tienen la necesidad de lanzarse a la toalla en modalidad "manta" para esconder los michelines. ¡No los tienen! Podría parecer un capítulo de "Baywatch" sino fuera por la cantitad de mujeres haciendo topless.
Esa noche me voy a dormir tarde. Mi cena ha consistido en un perrito caliente, comprado en una paradita muy grasienta, en la que los bañistas de Sitges jamás debieron poner sus también atléticos pies -aunque quién sabe, las liposucciones están al orden del día entre los españoles y españolas de hoy-. Casi me duermo oyendo al émulo de Boney M, pero me mantengo en pie hasta llegar a casa a las tres de la madrugada, momento de la reposición de "Night Court" y las pastitas de hojaldre. ¡Ahora lo recuerdo! Antes de dar con la serie, veo la última media hora de la rare "Nowhere" de Scott Caan. Totalmente desconcertado por el final -eclosión del humano y nacimiento del alienígena tras declaración gay del protagonista- y aún más al ver los títulos de crédito y toparme con nombres como Mena Suvari, Beverly D'angelo, Ryan Phillippe, Shanen Doherty, Denise Richards, Heather Graham o Chiara Mastroianni -la verdad es que ni Woody Allen reúne a este reparto ni aunque se lo proponga...haha-.
Al día siguiente, mi cuerpo se despierta de forma natural pidiendo más dosis de sol -síntomas claros del bronceamiento enfermizo californiano-. Sin embargo, hoy toca día de piscina, donde los cuerpos esculturales aparezcan en dosis pequeñas, no dañinas para la retina y apropiadas para una conciencia post-hotdog. La lectura de "El banquete" parece lo más propio cuando sólo quedan cuatro semanas para pisar suelo ateniense. La comida hace cantar a los ruiseñores y silencia mi estómago: pollo asado relleno de ciruelas -esta noche le pediré a Dios que la cocinera viva por lo menos cientocincuenta años más-. La tarde transcurre sosegada con una puesta al día de mis series de verano -¡bendito Ares!-.
psd: Ya he visto la quinta entrega de "Harry Potter". Imprescindible para incondicionales de la saga. Rápidas, pero bellísimas secuencias con las Casas del Parlamento, la City o el Támesis y sus puentes como escenario -de hecho,éste impera sobre vuelo de la Orden-.
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