Ugly Betty isn't so Ugly

La semana pasada Cuatro nos presentó a la última fea que llega a los televisores españoles. Sin embargo, esta fea no solo se muestra bella sin problemas en los diferentes actos públicos a los que asiste, a diferencia de la nuestra, quien ha vivido enclaustrada durante los dos últimos años, sino que además su caracterización de fea no es tanta. Personalmente, aplaudo la decisión de los asesores de imagen de la producción estadounidense de no caracterizarla como si fuera un personaje salido de un esperpento. La producción española se tiene que sacudir la casposidad ante su hómologa norteamericana, mucho más elegante y con una mejor factura. La dulzura de America Ferrera convierte a su Betty en un personaje mucho más cercano y cálido que el de la correcta Ruth Núñez, quien siempre anduvo a medio gas, aunque consiguiera apoderarse del público a juzgar por la audiencia lograda. Sin embargo, sus secundarios -con alguna contada excepción como la de Ana Milán o Norma Ruíz- pasaron a ser los parientes menos graciosos de los vecinos de Esperanza Sur o los de la calle del Desengaño 21, conviertiéndose en espectros abandonados por la fisicidad de lo genuinamente cómico. Sin resultar hipérbolico, ¿quién me negará que valen más diez segundos de cameo de Shalma Hayeck como chacha de una telenovela en el piloto de Ugly Betty que un capítulo entero de Bea, la fea?

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