The Edge of an Age

Ya he finalizado mi relación contractual con la empresa que durante dos años me ha tenido arriba y abajo cargado de conversiones de trabajo, ofertas, concursos públicos, facturas, cheques y una larga cola de etcéteras. Aunque no ha sido el momento más emotivo de mi vida, he lamentado tener que dejar de ver algunos rostros ya familiares y queridos. Como es el caso, sobre todo de Isa y Montse, las dos recepcionistas. Echaré en falta esas largas convesaciones sobre series con Isa y nuestra habitual puesta al día cuando uno de los dos perdía la pista de una serie o bien no podía ver algún capítulo y caía en la desesperación. Durante el tiempo que hemos sido compañeros, al constituir el departamento más pequeño de la empresa, formamos piña rápidamente y siempre nos hemos ayudado, aconsejado y consolado. Abandonó el trabajo un mes antes que yo, dejándome solo ante el peligro... ¡juas! Con Montse fue algo distinto. Nos vimos obligados a conectar velozmente, pero eso no supuso ningún problema. Nuestras locuras y risas se conviertieron en constantes durante esa dilatada época en la que nos encontramos sin jefa que se ocupara de nosotros. Esos primeros meses fueron muy divertidos. Ese contínuo buscar motes a los oficinistas y hablar en clave delante de sus narices y ridiculizar a aquellos que nos caían mal. Existen más personas de mi empresa que quisiera mencionar como a la tríada de Admón. formada por Elena, Yovanka y Laura con quienes he reído también tanto; o mi prefe de Personal y contertuliana del messenger, Jessi; o Nerea -es que en mi extrabajo habían muchas féminas...- o Gemma o Míriam o Isabel Nadal..., pero es a Isa y Montse que quiero dedicar el post de hoy, el fin de una era. La foto es del viernes, día en que casualmente Isa vino a recoger una documentación y nos encontramos los tres por última vez en nuestra recepción.